Cuando se usa un pueblo solo para beneficio propio.
San José de Feliciano, una localidad que ha sido gobernada durante más de 20 años por una clase política que ha convertido a la municipalidad en un botín político (la mayor “empresa” con mayor número de empleados), enfrenta un estancamiento económico y social que parece no tener solución.
Desde 2003, la gestión municipal se ha caracterizado por un crecimiento tremendamente desmedido de los bienes de los funcionarios, sin que puedan justificarlo con sus ingresos públicos. Ejemplo de ello es el contador Osvaldo Viano, quien fuera intendente dos mandatos seguidos, creció meteóricamente su patrimonio y luego siguió su carrera económica como legislador.

El mismo “modus – operandi” siguieron sus sucesores. Como el patrimonio de la ex intendente y actual diputada Silvia “Nenée” Moreno, quien, tras sus mandatos, acumuló campos, viviendas y propiedades fastuosas, sin verse afectada por problemas judiciales, a pesar de los vínculos de su hermano con el narcotráfico.

Por su lado, el actual intendente, que repite su gestión, sigue una línea similar: enriquecimiento sin rendir cuentas, sin siquiera blanquear su propio sueldo, mientras la población ve cómo el municipio se convierte en la única fuente de trabajo, y la mayoría de los jóvenes abandona el pueblo en busca de oportunidades.
A pesar de la llegada de coparticipaciones millonarias, como los 270.529.393 pesos recibidos en septiembre pasado, la gestión actual y las anteriores han sido incapaces de generar proyectos que beneficien a la comunidad, como la creación de fuentes de trabajo genuinas o la mejora de servicios básicos, como el sistema cloacal o el encause de los arroyos. ¿En qué se ocupó ése dinero?
En contraste, localidades vecinas como La Verbena (poco más de 20 millones); Chañar (casi 27 millones) ; SanVictor ( poco más de 21 millones); etc., a modo de ejemplos, sin que sus municipios se vean tan afectados por la corrupción, como si, evidentemente, San José de Feliciano.

La ideología que ha predominado en el municipio está arraigada en un sistema de prebendas y dádivas, donde el voto es comprado con «ayudas» que solo perpetúan el ciclo de dependencia y corrupción. A pesar de los esfuerzos de algunos ciudadanos que desean un cambio, la mayoría de la población sigue eligiendo a los mismos funcionarios, que se enriquecen mientras la ciudad no avanza.
El llamado es claro: Feliciano tiene potencial para salir adelante, pero es necesario romper con las estructuras de corrupción, fomentar el trabajo genuino y hacer rendir los recursos públicos para crear un futuro sostenible para las próximas generaciones. Hasta esta gestión de funcionarios provinciales de Feliciano, las anteriores, ni siquiera atendían a quienes los llevaron a esos puestos.
Feliciano puede cambiar, y por el bien y el futuro de sus hijos, debe hacerlo. Y lo digo con dolor de madre, en nuestro día. Bendiciones.
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